
Aviso para los navegantes: este es un trabajo ficticio escrito durante la pandemia de COVID19. Todavía estamos en aislamiento social y, quizás, vamos para un lockdown.
Esteban d. dortta – Maio 15 2020
¡Finalmente vencimos!
Después de meses de lucha, confinamiento y al costo de varias vidas, logramos superar el virus que afectó terriblemente a la humanidad durante más de un año. Parece mentira que podamos caminar libremente de nuevo por las calles, respirar aire fresco, tomar un café en la panadería, reunirnos con amigos nuevamente.
Gradualmente, la sociedad se está recuperando de su letargo forzado que se le impuso para sobrevivir. Es cierto que se han perdido muchos trabajos y muchos de ellos para siempre. Pero también es cierto que algunas cosas que solíamos hacer de una manera comenzamos a hacerlo de otra.
Lejos está el tiempo de miedo y temor que este virus nos ha causado. Junto con el miedo, la ansiedad, la incertidumbre, la inquietud de no saber cuál de los nuestros en qué rincón del mundo iba a contraer el virus han pasado.
El falso sentimiento de seguridad que brinda la rutina, plácidamente comenzó a apoderarse de nuestros corazones. Así como el cálido sol de una mañana de otoño calienta nuestras espaldas, poco a poco nos estamos calentando y olvidando el terror del aislamiento. Detrás está la calamitosa dependencia de verdaderos amigos, familiares, Dios. Al final, ¿quién, realmente, necesita alguno de ellos ahora que estamos bien?
No más frases de aliento o calidez, no más consejos sobre cómo amar a tu prójimo en una situación de coexistencia forzada, no más oraciones en la comunidad o expresiones de anhelo. Quien necesita mi esfuerzo y dedicación, quien realmente merece toda mi atención es la profesión, el trabajo, … el dinero. Después de todo, ¿quién vive sin él?
De a poco vamos mintiendo y engañando unos a otros diciendo que aprendimos muchas cosas durante la pandemia. Pero, ¿qué aprendemos realmente si, tan pronto como podemos, hacemos las mismas cosas que antes?
¿En qué hoy, a mediados de 2021, somos mejores de lo que éramos a fines de 2019? ¿Nos hemos vuelto más honestos en nuestro negocio? ¿Tenemos más piedad para los demás? ¿Somos más amorosos con nuestros hijos? ¿Le damos a nuestro cónyuge más tiempo? ¿Dejamos tiempo libre solo para estar solos y pensar?
¡No, obviamente no! ¡Esto es para los débiles! Para los tontos que no entienden que lo que realmente importa es correr día tras día. Esto es solo para aquellos que están interesados en cosas que parecían ser importantes por un tiempo, pero lo que realmente importa es estar fuera de mí: las cosas que no tengo, los amores que no tuve, los viajes que no hice otras cosas similares a estas
Pero no puedo decir eso, «es mal vistol». Por eso mentimos y decimos que hemos aprendido, que somos diferentes, que la sociedad es mejor. Y es por esta misma razón que miento que estoy mintiendo y hablo conmigo mismo y repito hasta que el convencimiento de que «salimos mejor de lo que entramos, ¡Ganamos!